Saturday, March 9, 2013

Mar | 09 | Sin padre, ni madre, ni tío Sam

VIDA

Job 7:5,6
Tengo el cuerpo cubierto de gusanos y de costras; ¡la piel se me raja y me supura! Mis días se van más veloces que una lanzadera, y sin esperanza alguna llegan a su fin.”

Sin padre, ni madre, ni tío Sam.

Paul Reuter, un miembro vitalicio de la fundación de servicios para los Ex-prisioneros de Guerra Norteamericanos, escribe en el sitio Web ‘Los Bastardos de Batán’, sobre el terrible destino que sufrieron los soldados norteamericanos que se rindieron, en masa, a las fuerzas japonesas que invadieron la península de Batán en las Filipinas, el 3 de abril de 1942. La brutalidad de la máquina de guerra japonesa en aquel entonces ha sido documentada en detalle, en su mayor parte, por los sobrevivientes del horror, quienes se rehúsan a olvidar sus propios sufrimientos tortuosos y los de sus compañeros caídos.

Los “Bastardos” se rindieron en masa al enemigo, simplemente porque la escasez de provisiones básicas y las enfermedades endémicas los habían dejado imposibilitados para luchar. Su condición, excepcionalmente debilitada al momento de la rendición, significó que miles más murieran debido a la brutalidad de las marchas de muerte, de los campos de muerte, y los buques de muerte. Sin embargo, Reuter también escribe que “la muerte de 1500 soldados en el campo O’Donnell fue causada por ‘inanición’, un término que se utiliza para describir ‘la falta de deseos de vivir’.

Imagínense si pueden, un estado prolongado de enfermedad, temor, tortura, sed y hambre. Imagínense si pueden, una condición de completa impotencia y desesperanza permanente. Imaginen la muerte del espíritu que precede a la muerte del cuerpo. Ahora imaginen la jubilosa sonrisa de satisfacción en los malditos demonios que se deleitan en perpetuar la lenta y vergonzosa muerte de la imagen de Dios en el hombre. Imaginen la oscuridad sintiendo un placer casi extasiado y pervertido en disminuir esa gloria que, aún hoy, brilla como oro perdido en las almas de mujeres y hombres caídos. Amigos, los demonios se deleitan en la muerte tortuosa; siempre lo han hecho y siempre lo harán. Ellos se deleitan, especialmente en tu muerte ¡oh hijo del Dios Altísimo!

La depresión, ese ‘perro negro’ como la llamó Churchill, la posesión como la “legión” la exhibía, y la opresión según escribió C. S. Lewis, todas ellas nos fuerzan en una marcha de muerte hacia un fin fútil, un vacío de esperanza, y un desaliento vacuo y estéril.

Alguien que está leyendo esto hoy habrá quizá perdido toda esperanza por su hijo, por su matrimonio, por su salud, por su plenitud, por su liberación de las cadenas de algún pecado que lo domina. ¡Quizá alguno de ustedes hasta haya sentido la invitación del demonio para traspasar su terrible puerta hacia el suicidio!

¡Con respecto al diablo y a sus hordas de demonios, déjenme decirles ahora mismo que la inanición es su misión! En esas ocasiones en que los sentimientos de desesperanza los invadan, tengan la seguridad de que, o es un ataque demoníaco indirecto que puede ser a través de una enfermedad física o algún tipo de falta persistente, o es un ataque demoníaco directo sobre ustedes, con el único propósito de torturar su corazón hasta que ocurra una muerte interior. ¡Véanlo por lo que es! ¡La inanición es malvada y no es de Dios! ¡Consigan ayuda! ¡Consíganla ahora!

Cristiano, si hoy estás leyendo estos breves párrafos y te invade la desesperanza, permíteme que hable a tu vida y que te diga que “¡No todo está perdido!” Tu Padre celestial no te ha olvidado; ¡no, no lo ha hecho! Esa es una mentira que te han dicho. ¡Él no te ha olvidado! Él es el Señor de vida. Escúchame y créeme cuando te digo: “¡No todo está perdido, todavía hay esperanza y hay días más brillantes por venir; no todo está perdido, sólo resiste, pues la ayuda ya viene, una ayuda de Su glorioso Hijo nuestro conquistador y libertador!”

Fue un día como hoy de 1945, cuando el 8o Ejército Norteamericano ocupó la punta sur de Batán, al tiempo que MacArthur se acercaba a Manila para completar el regreso anunciado y recapturar las Islas Filipinas. Tuvo éxito.

Reflexiona: “Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin... Yo, Jesús, he enviado a mi ángel para darles a ustedes testimonio de estas cosas que conciernen a las iglesias. Yo soy la raíz y la descendencia de David, la brillante estrella de la mañana. El Espíritu y la novia dicen: ¡Ven!; y el que escuche diga: ¡Ven! El que tenga sed, venga; y el que quiera, tome gratuitamente del agua de la vida” Apocalipsis 22:13,16,17

Ora: Ésta es la oración al Dios de mi vida: Le diré a Dios, mi Roca, “¿Por qué me has olvidado? ¿Por qué debo andar de luto y oprimido por el enemigo?” Mortal agonía que penetra hasta los huesos ante la burla de mis adversarios, mientras me echan en cara a todas horas: “¿Dónde está tu Dios?” ¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? En Dios pondré mi esperanza, y todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios! Salmo 42:8-11



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