Tuesday, February 26, 2013

Feb | 26 | ¡El sabor del nuevo vino de Dios servido frente a ‘La Cruz y La Corona’!

PROCLAMA

Mateo 3:7
Pero al ver que muchos fariseos y saduceos llegaban adonde él estaba bautizando, les advirtió: ¡Camada de víboras! ¿Quién les dijo que podrán escapar del castigo que se acerca?

¡El sabor del nuevo vino de Dios servido frente a ‘La Cruz y La Corona’!

El ‘Horizonte Perdido’ de James Hilton, tiene un lugar asegurado en los anales de la historia de las publicaciones, no necesariamente por su valor literario, sino por el simple hecho de que fue la primera novela de Ian Ballantine, publicada con tapas flexibles en 1939. La historia de Horizonte Perdido es simple: un grupo de viajeros varados en los Himalayas encuentran un monasterio remoto llamado Shangri-La y así conocen a las maravillosas personas que viven en él. Su filosofía puede resumirse en una frase, “¡Moderación en todo, incluso en la moderación!” Hoy Shangri-La se ha vuelto el emblema para todo aquél que está en la búsqueda personal de dicha, paz y gozo debajo del sol. La contínua exploración, fascinación y acogida que el Occidente hace de todas las filosofías y religiones Orientales, nos muestra que la prosecución tan personal, egoísta y humanista por esa dicha, está en constante crecimiento. No obstante, la búsqueda de la gloria de Dios, no se ve por ningún lado.

La presentación, el envoltorio y la práctica de la filosofía Shangri-La de: “Todas las cosas deben hacerse con moderación y sin dañar a nadie”, da lugar a un peregrinaje inquisidor aunque pasivo y no valorativo, hacia el pluralismo, el cual aparentemente no incluye ninguna forma de dar cuenta de nuestros actos y ninguna consecuencia real, ni ahora ni en el futuro. Una bebida tan deliciosa es un coctel atractivo, indulgente y embriagador para los magnates comparativamente ricos del Occidente e impresionantemente la bebida ha sido aceptada y está siendo bebida hasta el fondo. Lamentablemente, como dijeran las Escrituras, este coctel pluralista tiene un inconveniente: ¡Te mata!

¡Los profetas bíblicos se pararán en contra de la aparentemente moderada y amorosa aceptación pluralista de todas las religiones y serán acusados de ser unos fanáticos desolados e histéricos frente a cualquier entendimiento profundo y verdadera compasión! Sin embargo, ellos de cualquier manera elevarán sus voces y gritarán proclamando el coctel agridulce de Dios que habla del “pecado, juicio, fuego, enojo, ira, separación, sangre, sacrificio, humildad, quebranto, misericordia Divina y perdón, que llegan solamente a través de Jesús, ¡quien es el Único e Incomparable Camino, Verdad y Vida! Los verdaderos profetas abogarán, con enojo y lágrimas, contra una generación adúltera y descarriada, y ellos mismos serán condenados por la misma generación por tener una pasión por las almas, que a su vista es presuntuosa y antagonista. ¡Selah! Este mensaje puede sonar un poco loco, mi amigo, pero al menos es un mensaje honesto y franco; porque qué es la filosofía de Shangri-La, sino simplemente egoísmo representado por cabezas rasuradas y vestidos con túnicas sacerdotales; y les digo hoy que, aunque suene tan agradable, la filosofía de Shangri-La es simplemente una locura que te consume, y que en el final, te conducirá, sí muy sonriente, pero hacia el mismo Seol.

Nosotros, los ministros de Cristo, quienquiera que seamos, debemos examinar nuestras vidas y el producto de nuestras predicaciones proféticas. Si nuestro mensaje está realmente humedecido por las lágrimas de Jeremías y también ardiendo en el enfurecido fuego de Elías, entonces ¿los discípulos que producimos son de la misma casta profética? ¿Son profundos y duraderos, y están siempre fragantes con ‘el aroma de mirra’ del Maestro? Con demasiada frecuencia, me temo, están tan húmedos y tan rancios como lo podrían estar unas palomitas de maíz dejadas fuera toda una noche y, ¡qué Dios nos ayude, por favor, porque al parecer tenemos muchas palomitas de maíz viejas y húmedas! Sí, así es, y en el costado de la caja dice: ‘hecho por Shangri-La’. Entonces, ¿qué nos dice esto a nosotros, Predicadores de hoy?

Bueno, ¿qué tal esto?: La calidad de nuestros frutos (NO la cantidad) debe ser un indicador del verdadero poder de nuestro mensaje. Verán, si nuestro mensaje está simplemente dando un ‘masaje’ a la moderación de una filosofía Shangri-La, entonces para esta generación, nuestra predicación es vana, y nosotros como mensajeros del Altísimo, tenemos su sangre derramándose entre nuestros falsos, temerosos y pequeños dedos que andan a tientas. Porque cuando el egoísmo del pluralismo no se confronta, ¡el pecado continúa! ¡El temor a que otros se ofendan por ciertos mensajes nos hace aceptar las palomitas de maíz húmedas! Este temor, Predicadores, ha puesto sangre en sus manos.

¿Cómo está la honestidad de nuestro mensaje actualmente, compañeros? ¡Opino que quizá hayamos hecho nuestro mensaje tanto aceptable como insípido! En otras palabras, venenoso. Esto no es suficiente. ¡Arrepiéntete y luego derrama esa porquería sobre la tierra, hombre! Sácala y luego comienza a darte y a esparcir tu mensaje de la forma en que Dios quiso que lo hicieras. Recuerda, ¡Su vino nuevo es siempre agridulce frente a la luz de la Cruz y la Corona! Así pues, ¡habla la verdad por una vez, eso sí, háblala en amor, pero por favor ten el valor de hablarla con la verdad! ¡Vamos predicador, no seas cobarde cuando se trata de Su misión, pues no hay dicha fuera de la vida en Jesús! Recuerda que el sabor del vino nuevo de Dios, cuando se sirve a la luz de la Cruz y la Corona, siempre será agrio para la carne pero dulce para el espíritu arrepentido. No se preocupen si, al primer sabor amargo, algunos lo escupen. Otros lo tragarán y al hacerlo, ¡encontrarán la dulzura de la salvación!

Reflexiona: “Pero Moisés le respondió: ¿Estás celoso por mí? ¡Cómo quisiera que todo el pueblo del SEÑOR profetizara, y que el SEÑOR pusiera su Espíritu en todos ellos! Entonces Moisés y los ancianos regresaron al campamento.” Números 11:29-30

Ora: Canten al Señor un cántico nuevo; canten al Señor, habitantes de toda la tierra. Canten al Señor, alaben su nombre; anuncien día tras día su victoria. Proclamen su gloria entre las naciones, sus maravillas entre todos los pueblos. ¡Grande es el Señor y digno de alabanza, más temible que todos los dioses! Todos los dioses de las naciones no son nada, pero el Señor ha creado los cielos. El esplendor y la majestad son sus heraldos; hay poder y belleza en su santuario. Tributen al Señor, pueblos todos, tributen al Señor la gloria y el poder. Tributen al Señor la gloria que merece su nombre; traigan sus ofrendas y entren en sus atrios. Póstrense ante el Señor en la majestad de su santuario; ¡tiemble delante de él toda la tierra! Que se diga entre las naciones: ¡El Señor es rey! Ha establecido el mundo con firmeza; jamás será removido. Él juzga a los pueblos con equidad. ¡Alégrense los cielos, regocíjese la tierra! ¡Brame el mar y todo lo que él contiene! ¡Canten alegres los campos y todo lo que hay en ellos! ¡Canten jubilosos todos los árboles del bosque! ¡Canten delante del Señor, que ya viene! ¡Viene ya para juzgar la tierra! Y juzgará al mundo con justicia, y a los pueblos con fidelidad. (Salmos 96)



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